Literatura, Mujeres, Reseñas

Día de visita: Confesiones de mujeres desde el penal Santa Mónica by Marco Avilés

Apreciación Literaria


«Es de esperarse que en una
cárcel existan cosas terribles.
Cucarachas que muerden de noche.
Tumores robustos como embarazos.
Caricias sujetas a permisos
escritos. Cuatro waters para
1500 mujeres. Hijos que se van
desvaneciendo en una foto,
y que las despierten en medio
de lo mejor.»

Las cárceles para mujeres deben ser esa distopía que entiendo por sociedad cerrada, arribista y antiemancipadora. He cercado alrededor de esos panópticos mis pensamientos, porque sigo pensando que si reflexiono sobre una cárcel, me voy a aproximar de tanto en tanto al ambiente de contorno de la mayoría de nosotras, las cárceles mentales. Estas historias traspasan la no ficción. Sí, son centros penitenciarios y corrales humanos, y las mujeres son las protagónicas.

El penal de Santa Mónica es de esos lugares de ahogo que albergan historias, historias no contadas, escondidas, el rebusque del dolor, el enojo, la pena, y también de la justicia, de la injusticia. Son historias de mujeres las que se entretejen aquí. Marco Avilés ha escrito este libro recopilatorio para relucidar la injusticia existente y la agonía de mujeres, que se ajustician desde sus vientres y sus manos, recorren venas de aniquilación de la apatía que el común de ciudadanos se niega a ver, y autoridades también.

He leído dos veces este libro e incansable a sucumbir al placer de reabrirlo nuevamente, estoy aquí por cuarta vez. De manera transparente, lúcida y objetiva, Avilés relata las historias de reclusas. He conocido a Marco Avilés mediante este libro, he seguido con “de dónde venimos los cholos”. Siempre quedo fascinada desde la primera vez por su exquisita copiosidad de caracterizar el ambiente, nutrir los paisajes y lograr una comunicación plena bidireccional con la lectora. Satisfecha.

«El viento de la tarde sopla en el penal Santa Mónica arrastrando la brisa fría del mar de Chorrillos y con ella la sensación de que el día de visita termina.»

Son los días de visita, su ventana al mundo, una ventana en la pared.

Algunos destacados que han sucumbido a mis emociones y placer de lectorx:

«Es de esperarse que en una cárcel existan cosas terribles. Cucarachas que muerden de noche. Tumores robustos como embarazos. Caricias sujetas a permisos escritos. Cuatro waters para 1500 mujeres. Hijos que se van desvaneciendo en una foto, y que las despierten en medio de lo mejor.

Pero suceden también maravillas. Suelen darse, precisamente, los días de visita. Cuando las internas más precavidas se despiertan a las 4am. para poder disfrutar de un espejo a solas en un baño maloliente. Ese día se abre el portón de Santa Mónica y vuelven a su claustrofóbico mundo las modestas evidencias de sus grandes ilusiones.

Fruta fresca, un vestido nuevo. Algunas veces no llega nadie, ni nada. Pero el sueño sobrevive en coloridos cuadernos de pensamientos avalados por el sello de agua del llanto. Antídoto que alivia el fusilamiento nocturno de dudas e interrogantes hasta el próximo sábado.»


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