Poesía
Reticente ser,
no hay de qué enmendar más
con la copa de vino de lado a lado.
Y la vida entera de paso en paso.
Ha de globalizar esa sutilidad,
de vivenciales a alrededores:
Subyace la vida.
Clavaste esa mirada fija y dilatada en mí.
Me pierdo en el vericueto hacia dónde estas tierras infértiles me cansen los pies.
No me observes.
La florística nos tiene pauteados.
El viento fecundó, auspició y nos tragó.
A las vertebras tuyas.
Y al fulgor sin cónclave, en univocidad te viertes.
¿Hay amor libre sin factura contigo?
Sí.
Fenecíamos en los caminitos colorines, angostos,
y en el cielo sexológico,
porque para ti la estadística era métrica,
y yo moría más que por el vino
por ti.