Poesía
Días de ansiedad, de lluvia y el de mantenerme en esa cornisa que la vida me obsequia. Revolotea y revolotea conmigo, no supe si era ironía, rareza o pura costumbre. No, afianza no era, era lo nuevo. Conocer lo nuevo, dejé lo anticuado de lado, lo que usualmente transcurriría en mis días.
La adrenalina me dejó corta en un mundo de ciempiés inútiles y una manos vagas, que no me dejan otra salida que la ansiedad que me contiene ahora mismo. Así que sigo mi curso en estos caminos del malecón, que aunque me da calma, el rostro de aflicción o vértigo al desmoronamiento no está ausente.
Recuérdamelo. Por favor. ¿El qué? Que la ansiedad jamás fue amiga mía, mucho menos la adrenalina y las ganas largas de hacer, obrar. La vida en un santiamén simplemente no se me da bien. No hice nada. Todo se me quedó corto. O quizá, la que se quedó corta fui yo.
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