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Esclavitud y utopía. Las guerras y sueños de un transformador del mundo asháninka by Fernando Santos Granero

Apreciación Literaria


«Como Faulkner bien sabía, 
el pasado nunca muere.»

«Los males sociales enumerados por los activistas proindígenas, los periodistas y observadores más progresistas del país fueron ciertamente decisivos para suscitar el movimiento asháninka de septiembre de 1912. Los excesos del peonaje por deuda; el caos social generado por las correrías esclavistas; los abusos económicos y sexuales por parte de los patrones blanco—mestizos, quienes se consideraban moral y racialmente superiores a sus peones indígenas; la complicidad o ceguera oportunista de las autoridades corruptas; y la indiferencia de un Estado que se encontraba más interesado en recaudar impuestos que en garantizar el bienestar de las poblaciones indígenas fueron todos factores importantes que ocasionaron un descontento generalizado entre los asháninka y otros pueblos indígenas amazónicos. Estas condiciones, sin embargo, estuvieron vigentes durante todo el boom gomero y nunca desembocaron en algo más que ataques aislados contra pequeños grupos de extractores, el robo de mercaderías de puestos gomeros mal resguardados o el asesinato ocasional de algún patrón o capataz particularmente cruel.»

Fernando Santos Granero, Esclavitud y utopía. Las guerras y sueños de un transformador del mundo asháninka

Publicado en 2018, bajo el título original de “Slavery and Utopia: The Ward and Dreams of and Amazonian World Transformer” por University of Texas Press. Para esta consideración @ieperuanos. Una de las primeras tareas que me propuse al llegar a Lima fue buscar «Desde lejos, lo cercano. Reflexiones sobre el Perú», de Gonzalo Portocarrero. Fui directo a @libreriacommunitas y aunque no hallé mi búsqueda, salí con otros dos libros, uno del tópico que afianzaba mi explicación: Para la tesis. Y así fue.

Santos narra la vida de Tasorentsi, la luchas de pueblos indígenas amazónicos desde su liderazgo, los abusos y colonialismos. La liberación y acaso lo que debería llamarse libertad por fin, de la esclavitud en pleno siglo XX. Y aunque Tasorentsi o José Carlos Amaringo Chico significó esa imagen de un líder indígena asháninka, su reconocimiento fue menor al de Juan Santos Atahualpa. El jefe indígena José Carlos predicó dos cosmovisiones distintas, aunque la suya fue el respeto, armonía y pacifismo en cohabitación con las diversas culturas que se desarrollan en un mundo paralelo al de los pueblos originarios, instituyendo la idea certera y a su tiempo: La escolarización formal, la independencia económica y eclesiástica, hábitos alimenticios y el consumo del Ayahuasca como el mejor intermediario para comunicarse con las y los ancestros.

Va entretejiendo lazos históricos, con el movimiento de 1912—1914 y el levantamiento de 1915 y las luchas contra Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. «Canción del río Celeste» es más que una canción que compuso el jefe asháninka Tasorentsi y que cantó hasta su vejez, con diversos elementos explícitos e implícitos relatan toda la batalla que sucumbió un pueblo oprimido, no obstante fueron varios, con sus propias lenguas y vestimentas y formas de vida. Formas de estar en un territorio vasto como inhóspito y habitable entre su inmensidad, el río Nazarateki e injusticia:

«Si bien el jefe Tasorentsi fue derrotado y perseguido, murió en una relativa oscuridad y fue excluido de la memoria histórica de su pueblo; aunque ello no parece haber disminuido en nada las expectativas utópicas del pueblo asháninka. Esto se ve confirmado en las palabras con las que Carlos Pérez Shuma terminó de contar su historia sobre la vida del jefe Tasorentsi a Jeremy Narby: ‘Así es su historia. Él luchó hasta que ya era de edad. Hasta que ya no pudo más. Entonces tuvo que callarse porque había sufrido mucho. Desde entonces hemos seguido sufriendo. Pero llegará un tiempo en que volveremos a tener poder. Ese espíritu volverá a nacer, aquí en la selva. Otra vez’».

Información adicional de Fernando:

Fotografía: Fernando Santos Granero

FERNANDO SANTOS GRANERO. Es un científico senior en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en la ciudad de Panamá. Sus intereses de investigación abarcan desde el estudio histórico de los pueblos indígenas amazónicos en la época colonial, hasta el análisis de las prácticas culturales indígenas actuales, pasando por el estudio de los procesos históricos que llevaron a la configuración moderna de las economías regionales de la Amazonía. En sus publicaciones ha abordado una amplia gama de temas etnográficos, incluyendo filosofías nativas del poder, formas de sociabilidad y amistad, teorías de la materialidad y la personeidad, nociones del ser y de la creación de personas, al igual que las ideas indígenas de la riqueza pública y el bienestar. Entre sus libros se incluyen Vital Enemies: Slavery, Predation, and the Amerindian Political Economy of Life (University of Texas Press, 2009) y Images of Public Wealth or the Anatomy of Well-Being in Indigenous Amazonia (University of Arizona Press, 2015).

Información adicional de la lectura:

En la primera mitad del siglo XX, un carismático jefe indígena amazónico peruano, José Carlos Amaringo Chico, jugó un papel clave en el liderazgo de su pueblo, los asháninka, a través del caos generado por el colapso de la economía del caucho en 1910 y las presiones posteriores de colonos, misioneros y funcionarios del gobierno para asimilarlos a la sociedad nacional. Esclavitud y utopía reconstruye la vida y la trayectoria política de este líder a quien la gente llamaba Tasorentsi, el nombre que los asháninka le dan al creador-transformador del mundo y a los emisarios divinos que vienen a esta tierra para ayudarlos en tiempos de crisis.

Fernando Santos Granero sigue las transformaciones de Tasorentsi, que evolucionó de ser casi un esclavo a un traficante de esclavos; inspirador de un movimiento asháninka contra los extractores de caucho y traficantes de esclavos blanco-mestizos; jefe supremo de un levantamiento multiétnico, anticolonial y antiesclavista; además de predicador entusiasta de una versión indigenizada de la doctrina Adventista del Séptimo Día, cuyo mensaje transformador del mundo se extendió mucho más allá de las fronteras del Perú.

Santos Granero presenta un detallado análisis del discurso político y el comportamiento del jefe Tasorentsi. El autor demuestra que el jefe asháninka nunca abandonó sus creencias milenaristas, su discurso antiesclavista o los esfuerzos para liberar a su pueblo de la opresión blanco-mestiza. Esclavitud y utopía, por lo tanto, refuta convincentemente a quienes afirman que la propensión asháninka al mesianismo es una invención antropológica.

Algunos destacados que han sucumbido a mis emociones y placer de lectora:

«Los males sociales enumerados por los activistas proindígenas, los periodistas y observadores más progresistas del país fueron ciertamente decisivos para suscitar el movimiento asháninka de septiembre de 1912. Los excesos del peonaje por deuda; el caos social generado por las correrías esclavistas; los abusos económicos y sexuales por parte de los patrones blanco—mestizos, quienes se consideraban moral y racialmente superiores a sus peones indígenas; la complicidad o ceguera oportunista de las autoridades corruptas; y la indiferencia de un Estado que se encontraba más interesado en recaudar impuestos que en garantizar el bienestar de las poblaciones indígenas fueron todos factores importantes que ocasionaron un descontento generalizado entre los asháninka y otros pueblos indígenas amazónicos. Estas condiciones, sin embargo, estuvieron vigentes durante todo el boom gomero y nunca desembocaron en algo más que ataques aislados contra pequeños grupos de extractores, el robo de mercaderías de puestos gomeros mal resguardados o el asesinato ocasional de algún patrón o capataz particularmente cruel.»

«Las estrategias impulsadas por el jefe Tasorentsi en tanto juntador de gente provocaron tanta oposición y animosidad como las habían generado sus anteriores acciones armadas. Como resultado, el líder asháninka se convirtió en el enemigo número uno de los patrones, vilipendiado como jefe supremo de la “masacre de 1915 y perseguido, encarcelado y torturado para que dejara de difundir sus ideas “subversivas”. Esta situación estuvo a punto de ocasionar un conflicto internacional luego de que la Unión Inkaica informara a los consulados de EE. UU. y Alemania de la persecución que sufrían los misioneros adventistas y sus asistentes indígenas, lo cual obligó al Ministerio de Relaciones Exteriores a intervenir para calmar los ánimos. El comportamiento de los patrones blancos y las autoridades locales se volvió tan escandaloso que el Gobierno se vio incluso forzado a impugnar a sus propios representantes regionales, como, por ejemplo, cuando ordenó al prefecto de Loreto reabrir la misión de Santaniari, que este había cerrado aduciendo que los misioneros adventistas y sus seguidores indígenas estaban divulgando ideas bolcheviques.

Dado el impacto que tuvieron las acciones del jefe Tasorentsi a escalas regional y nacional, resulta desconcertante ver cuán leve es la huella que sus guerras y sueños han dejado tanto en la historiografía peruana como en la memoria oral indígena.»

«Como Faulkner bien sabía, el pasado nunca muere.»


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